Jeremías 31:19 "Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud"
Muchas personas en la vida pasan tan ocupadas que hasta en ocasiones se les olvida comer, y la única forma de que se den cuenta que tienen que alimentarse es cuando ya les duele el estómago, tuvieron que pasar por un dolor para reconocer que debían comer, tuvieron que llorar de dolor para saber que tenían que ir a un médico, tanta fue la desatención a ellos mismos que enfermaron gravemente.
Para que se genere un arrepentimiento en nuestras vidas y entendamos que necesitamos de Dios, tenemos que sentir dolor, para poder decir "me arrepiento" tengo que reconocer que estoy alejado de Dios y que soy yo el que lo necesito a él, después que reconoces que estás en pecado, es cuando realmente cambias. Otro hombre no hería su muslo, pero no se atrevía a levantar su mirada al cielo y golpeando su pecho decía "se propicio a mí pecador", estaba avergonzado de su pasado, se sentía confundido, pero por su humillación y reconocimiento se fue justificado para su casa.
¡Acepta tu error y solo así podrás cambiar!
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