jueves, 4 de mayo de 2017

CRISTO VIVE EN MÍ |



Gálatas 2:20 "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".

La única forma de valorar el sacrificio de Jesús en la cruz es estar dispuestos a morir todos los días al pecado, pues negándose a sí mismo es como se demuestra el amor, dejando de hacer lo que nos causa placer y mantiene vivo el sentimiento de carnalidad en la mente, crucifica tus pasiones y tentaciones, emociones y sentimientos, malos pensamientos y actitudes negativas.

Por amor a ti Jesús aguantó el dolor en su cuerpo y si tú estás crucificado tienes que hacer lo mismo, aunque te duela dejar algo, aguanta el dolor y no te bajes de la cruz. Pierdele el temor a la muerte y estarás preparado para el sacrificio, no hay nada que se le pueda arrebatar a quien en vida ya ha muerto para Jesucristo.

Todo lo bueno requiere de un mayor esfuerzo y sacrificio, y para resucitar con Cristo tienes que trabajar primero, la clave para que tu cruz no pese tanto, está en el amor que tienes tú para con él, entre más lo ames menos pesará tu cruz. Si disfrutas tu trabajo, no lo vez como un trabajo si no como un pasatiempo y deleite.

Si amas a Jesús, no veras seguirlo como un sacrificio si no como un placer y gusto, atrévete a vivir para él todos los días.

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