Salmos 84:5 "Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos".
Dios no se fija en nuestra fuerza física ni en lo abultado de nuestros músculos, la verdadera fuerza reside en el corazón, en la voluntad y el esfuerzo con que emprendas las cosas, un corazón lleno de Dios nunca se cansa de latir, y en los momentos difíciles palpitara con más fuerza.
Sansón pensaba que sus fuerzas provenían de su cabello y cuando se lo cortaron se sintió el hombre más débil del mundo, Dios le dio una lección y le hizo saber que las verdaderas fuerzas provenían de su corazón... de Dios. Toma esas columnas con ambas manos y derribalas, da todo lo que tienes, no te canses le luchar, eres lo suficientemente fuerte para vencer cada león que se interponga en tu camino.
¡Nunca se te olvide que tus fuerzas provienen de Dios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario